CAPEIA ARRAIANA ALDEIA DO BISPO (PORTUGAL) 12/2/13
Con el buen sabor de boca que nos dejo
el verano pasado el encierro a caballo (ver aquí), probamos nuevamente en
Aldeia do Bispo, Portugal. Visitamos este pequeño pueblecito de la comarca de
Sabugal, lindando con España.
Nuevamente nos acogieron súper bien
y agradecemos la hospitalidad del pueblo portugués. En esta ocasión se trataba
de una capeia arraiana, que consiste en soltar diferentes toros y vacas de
alquiler de uno en uno por la Rua do Ribeirinho. A los toros se les para de
salida con una especie de empalizada, llamada forcón (horcón). Es un triángulo
de madera con dos travesaños paralelos en donde se produce la embestida del
toro, que permite a los hombres a pie enfrentarse al animal. Hay una segunda
línea y hasta una tercera para parar la acometida del animal. Los flancos están
reforzados por varias horquillas, para proteger a los mozos que allí se
encuentran, ya que es la zona más peligrosa. El centro también esta reforzado
por otra horquilla para frenar el primer embroque del animal. Esta horquilla
central además de reforzar el forcón, sirve para guiar y hacer de timón para
evitar que el toro se cuele por debajo o bordee y ataque por el flanco. Estas capeas
se dan en los pueblos portugueses que limitan con la frontera española por la
zona de Salamanca principalmente.
Cuatro toros y dos vacas fueron los
protagonistas. Señalar que en Portugal no se mata a los toros durante la lidia,
por lo que los mejores toros vuelven a las dehesas y tras la perceptiva cura
son alquilados en diferentes pueblos para las capeas. Estos toros además de
tener los pitones recortados, llevan fundas para proteger a los corredores de
posibles cornadas.
Bastante gente que había estado
durante la mañana se acercó a Aldeia, y es que suele ser habitual por la poca
distancia que hay entre los dos pueblos. El primero de los toros, el 333 salió barriendo
las tablas, encontrándose al forcón casi sin quererlo y arremetiendo en las
seis horquillas del flanco derecho. Salió suelto y sin fijeza hacia un
recortador de rojo, el cual hizo un recorte con mucho temple, con torería, sin
hacer aspavientos, y es que no hace falta adornarse cuando se hace bien las
cosas. Recorrió la Rua un par de veces, y de bajada sí que hizo una acometida
de frente por el centro al horcón, allí esperaban 22 hombres, portugueses y
españoles, juntos, con un objetivo común, el TORO, en este caso, para la
embestida. Como curiosidad, uno de los que mejor se lo pasó fue un perro, el
cual mordía una y otra vez las patas traseras del perro. Esto nos recuerda a
los orígenes de la tauromaquia, cuando los “señores” usaban perros para frenar
la embestida del toro y poder así cazarlo para poder comerlo con posterioridad.
Después se le recortó en varias ocasiones, y por último un joven portugués,
coleó perfectamente al animal, cediendo este ante el buen hacer del chaval.
Seguidamente se dio suelta a una
vaca, con más movimiento y también más valientes por las calles. Con la vaca
había más acercamiento y también algún que otro susto. Se soltaron tres toros
más y una vaca, alargando la diversión hasta bien tarde.
Mencionar también que no se usan
mansos para devolver a los animales a los corrales, y que estos son un cercado
de piedra con una puerta atada con una cuerda, no disponen de chiqueros,
apartaderos, etc.
Por último recomendar a cualquier
aficionado a los toros a asistir a una capeia arraiana, merecen la pena, se disfruta
de un concepto diferente, la gente es muy amable, y casi todos hablan algo de
español por la cercanía con la frontera.
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