ENCIERRO CIUDAD RODRIGO 15/2/15
Encierro muy rápido, con muchísimos
caballos, es el resumen del encierro a caballo del domingo en Ciudad Rodrigo.
Con 6 toros de Santos Alcalde, 8 bueyes y por lo menos 43 caballistas que
además de llevar a la carrera durante casi todo el encierro a los astados, al
llegar a las calles no dejaban hueco para que entrasen los mozos a correr,
incluso alguno bajando la garrocha.
Los toros de la ganadería local
de Santos Alcalde, procedencia Domecq ofrecieron un bonito encierro, con dos
toros casi todo el trayecto en el campo con unos metros por delante, al llegar
a la calleja de Valhondo, tan solo iba adelantado unos metros uno de los toros,
mientras que los otros 5 iban muy arropados con los bueyes. Este año han estado
desde mucho antes encabestrando a los toros y moviéndolos en el campo con los
caballos para que no se desorientasen, un verdadero acierto.
Los toros salieron unos minutos
antes de la finca de Casasola, a unos 4 kilómetros de Miróbriga, casi desde el principio
les llevaron corriendo, no les dieron aire, lo que alguno acusó y le costó
llegar a la preciosa Plaza Mayor. Llegaron a la carrera a Agustín de Foxá, con
la manada casi agrupada, con un toro por delante, pero ahí, en vez de apartarse
los caballos algo y dejar a los miles de aficionados que se dan cita, disfrutar
de los toros, los caballistas llevaban muy encerrados a los toros, sin darles
aire. Se fueron desperdigando toros, incluso un caballo sufrió una cornada por
ir tan encima del toro entre el atalancado. Cuando van a dejar los caballistas
disfrutar de este encierro de la gente de a pie. Para ellos es un éxito que lleguen
los toros a la zona urbana, aunque sea al esprint, en la zona urbana es un
peligro que vayan tan cerca, ya que con tantos corredores y tantísimos
caballos, es fácil que haya arrollamientos, además la reacción de los caballos
con la gente y el asfalto no es igual que en el campo, y también hay que tener
en cuenta las zonas de pintura de los pasos de peatones, el vallado, donde un jinete
tiene poca escapatoria si le aprieta el toro hacia esa zona, etc.
El hecho que los toros fuesen a
la carrera casi desde el principio, hizo que llegasen a la zona urbana
cansados, cayéndose varias veces un par de toros. Según se van empinando las
calles, los toros iban perdiendo velocidad y a irse rezagando, llegando a la
zona del registro un primer toro con cinco o seis caballistas, después un toro
colorado rodeado de los seis bueyes, y luego con cuentagotas el resto de los
toros, de uno en uno, dándose la vuelta y cayéndose constantemente. Aquí y
gracias a los magníficos corredores que se dan cita en Ciudad Rodrigo, y no
gracias a los jinetes, fueron capaces de llevar a todos los toros hasta el coso
mirobriguense. Pocas carreras se pudieron ver, ya que cuando los toros tenían
todavía fuelle, estos iban arropadísimos por los caballos.
Tal era el cansancio de los de
Santos Alcalde, que de los seis toros, en la capea matutina tan solo salió uno,
los otros dos fueron de Sánchez Herrero, de procedencia de El Raboso, que
pasatan el Horcajo Medianero, en la carretera de Salamanca a Piedrahíta. Dieron
muy buen juego, tanto a los recortadores, como a los tradicionales maletillas,
y es que en Ciudad Rodrigo se respeta y mucho a esta figura.
De los tres toros soltados en el
desencierro, tan solo tres llegaron a los corrales de San Pelayo, ya que uno de
los astados tuvo que ser sacrificado al darse un golpe en la plaza nada más
salir a esta. Desencierro rápido, con el primero de los toros llegando casi
directo junto a los bueyes a los corrales, mientras que el otro se quedó un
rato en la zona de los pinos, aunque rápidamente cogió el último tramo hasta
San Pelayo, terminando el desencierro hacia las 13:15.
Ya por la tarde nuevo
desencierro, casi más rápido que el de la mañana, con los toros muy hermanados
a los bueyes.
Encierro limpio, sin cornadas,
lamentar algún contusionado, como el sufrido por una joven recortadora que
cuando iba en carrera corriendo a uno de los últimos astados se topó de frente
con uno de los toros que se dio la vuelta, tirándola al suelo, sin tener que
lamentar por fortuna ninguna cornada, únicamente contusiones. La única cornada
se la llevó un caballo en Agustín de Foxá a la altura de la calle Doctor
Fleming.
Fotos realizadas by P. Espartosa
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