ENCIERRO COLMENAR DE OREJA 3/5/14
Colmenar de Oreja es uno de esos
pueblos taurinos taurinos, les gusta la tradición, la esencia del encierro, las
costumbres, y luchan por mantenerlas e inculcarlas. Años atrás se embolaban
toros, se soltaban por la noche después de la embolada por las calles, antes se
traían los toros por el campo. Todo esto no se puede por el reglamento de
festejos populares de la Comunidad de Madrid, incluso las emboladas se hacían,
aún a sabiendas de la correspondiente multa que les pudiese caer, en la
actualidad directamente no se puede, ni pagando una multa económica. Respecto a
hacer encierros por el campo seguramente que lo terminen consiguiendo, no en
vano este 2.014 es el segundo año que hacen un encierro campero con caballos
por el campo con bueyes. Colmenar de Oreja tiene una de las mejores cuadrillas
de emboladores de España, son varios los años que han conseguido ser campeones
de España, además de otros muchos títulos, aún no pudiendo embolar en su
Comunidad y tener que hacer cientos de kilómetros para poder practicar el arte
que les gusta.
Las calles de Colmenar respiran
tauromaquia. Mucho antes de empezar el encierro se palpa la tradición, el
riesgo, la historia, las costumbres. La plaza de toros enclavada en un sitio
privilegiado, en la plaza Mayor, la cual se asienta sobre un antiguo barranco y
bajo sus pies hay en la actualidad un túnel. Tiene uno de los accesos más
complicados en cuanto a encierros se refiere. Es una entrada única, una manga
de poco más de un metro de ancho, con unos escalones para acceder a ella, única
en Madrid, y posiblemente única en el Mundo. Las calles estrechas, en bajada,
con suelo irregular, incluso adoquinado como ocurre en la calle Empedrada. Muy
pocas zonas donde resguardarse los corredores. La zona en la que más corredores
se concentran es en la Calle Concepción, ya que después de la casa de los siete
patios, al llegar a la Calle de Tomás Torresano y girar por la Empedrada, la
estrechez, la pendiente y la poca zona de refugio hacen muy complicada la
carrera. Hay en ocasiones que es una verdadera gozada, pero otras, no se sabe
la reacción de los toros, ya que estos pueden quedarse en el tramo inicial del
Callejón del Pozo de la Nieve y llegar a esta zona muy parados con el
consiguiente riesgo que si hacen hilo es muy complicado zafarse de ellos.
Cuando van ágiles, en manada, con un poco de temple, correr por estas calles es
el mayor gozo que pueden tener los corredores. Otra de las características de
Colmenar de Oreja es que son TORISTAS, respetan al toro, y les gustan los toros
grandes, con fuerza, trapío y sangre. Sangre de esa envenenada, de esos
encastes que tienen peligro, que se huele el riesgo, que el toro humilla, que
baja la cabeza, que muerde los tobillos.
El sábado 3 de mayo, con un par
de minutos de retraso, a las 9:03 comenzaba el encierro. El primero en manada
de este año, con los utreros a lidiar por la tarde. Utreros de la ganadería
cacereña de Vicente Ruíz, procedencia de El Ventorrillo. Fue un encierro
rápido, la manada se partió en dos casi de salida. Un toro colorado encabezaba
el encierro, salió muy fuerte, empezó a mirar a todo y bajar paulatinamente el
ritmo, aún así sus hermanos no le alcanzaron, entrando en la plaza por la
sinuosa manga. Cuando llegaron sus cinco hermanos junto a tres bueyes, el
primer toro ya había entrado a corrales, que dicho sea de paso, tienen una
entrada preciosa, amplia, el doble que la entrada por la que se entra del
encierro. Poco después llegaron los otros cinco toros, de diferentes pelajes,
dos colorados, dos negros y un burraco, pero muy parejos de cara. Después de
este primer encierro, y casi sin tiempo, volvieron a subir tres cabestros a por
el primer toro de capea.
Un toro colorado, que buscaba la
pelea, salió fuerte, por delante de los bueyes. Al llegar a la Calle Tomás
Torresano, giro detrás de un mozo que se estaba quitando en los barrotes que
hay a la derecha en la calle Costanilla de Silleros, llegando casi a parar,
pero los cabestros que venían por detrás lo arroyaron, tirándole al suelo. Al
levantar, dudo un instante y rápidamente emprendió la bajada. Al llegar a la
zona de la iglesia y pisar las losetas del pavimento no debió estar muy
conforme y amenazó con darse la vuelta. Ya en la plaza la tomó con uno de los
cabestros.
El último toro en encierro de la
mañana se hizo esperar. Nada más salir cogió a un chico que no estaba en
perfectas condiciones, también le dio a uno de los cabestros. El toro iba muy
parado, con mucho peligro, muy observador, sin arrancadas, con querencia a
darse la vuelta, a la mínima lo intentaba. Muy poco a poco llegó a la zona más
estrecha, allí parecía que iba a coger carrera, pero siguiendo lentamente, con
paradas intermitentes, levantando la cara al paso por ventanas y barrotes,
incluso arremetiendo en estos y llegando a levantar los que hay junto al
casino. Por cierto, no estaría mal, por un lado que la gente no llame al toro
desde los barrotes, pues se castiga demasiado al animal, y el que llama no
demuestra ninguna valentía, sino una desconsideración hacia el toro, y por
otro, que pongan algún tipo de barrote enganchado a la pared, pues no es la
primera vez que un toro levanta los barrotes de esta zona. Volviendo al
encierro, el toro siguió poco a poco por la calle empedrada, y giro con
intención de entrar en la plaza, pero se dio la vuelta, hasta la zona del
casino, allí permaneció unos largos minutos, emplazado en la calle empedrada,
zona en la que le pusieron como pudieron una soga para poder conducirlo hasta
la plaza y luego a los toriles.
Fotos realizadas by Burraco
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