ENCIERRO VILLAMANTA 24/5/14. Tramo inicial y central
Encierro cortito el de Villamanta.
La gente del pueblo estaba molesta porque el remolque que se coloca al final de
la calle del Río Tajo, esquina con el Río Miño, estaba girado, sin apenas sitio
para subirse y sin estar este bien sujeto, haciendo que cada vez que alguien se
subía en el remolque de dos ejes, este balanceara peligrosamente. Muy buena
mañana, gran ambiente, taurino y futbolero, aunque lo habitual era hablar de
toros, de San Isidro, de la puerta grande de Perera del día anterior, en todos
los corrillos se escuchaban apuestas de la final futbolera de la champions
entre los dos equipos madrileños.
El recorrido, cortito, con la
recta de salida en bajada por la calle del Río Tajo, giro de 90º a la derecha
por el Río Miño, donde los novillos se templan un poco más, y un nuevo giro
para entrar en la plaza. Insistimos en que sería estupendo que alarguen algo
más el recorrido, por la calle Guadalquivir, saliendo desde el camino Barranco
Cañada. Esto provocaría que el ímpetu y fogosidad con la que salen, lo dejasen
en la subida de Guadalquivir y ya en la bajada y la zona llana del final ver
unas bonitas y ajustadas carreras.
El encierro comenzó con unos
diez minutos de retraso, con seis utreros de la ganadería de Jaral de la Mira. Muy
bien presentados, un peso muy aceptable para una plaza portátil de una pequeña
localidad madrileña de poco más de 2.000 habitantes limítrofe con Toledo. La ganadería
toledana que en sus orígenes comenzó con el encaste coquilla, incorporó reses y
sementales de Baltasar Ibán, criándolos por separado. En la década de los 90
elimina todo lo coquilla, quedándose únicamente con Baltasar Ibán.
Los seis utreros se soltaron de
dos en dos, directamente desde el camión, junto a tres mansos que subían desde
la plaza y esperaban pacientemente a que los novillos bajasen. Esto implica que
rara vez salgan todos al unísono, y que los toros cojan rápidamente velocidad
por separado. Fue frecuente observar como varios jóvenes citaban al toro desde
los laterales, alguno incluso desde el suelo, apreciándose una bella imagen con
el animal girando la cara prácticamente en el aire. En la última carrera, el
primero de los toros se cruzó de lado a lado de la calle, haciendo que los
corredores también tuviesen que cruzarse, pero también vimos como un mozo se
puso a correr en contra dirección a la manada de bueyes y el toro colorado, el
más grande del encierro, corriendo peligrosamente entre el muro de piedra y el toro, en poco más de un metro. Quizás le
salvó la acera con bordillo, ya que los animales cortaban bastante por la
curva. En esta misma carrera hubo otro momento de peligro en la pequeña recta
de la calle Río Miño, cuando un joven tropezó y cayó en la cara del primer
utrero. Sabiamente no le pudo el nerviosismo ni el miedo y supo aguantar en el
suelo con los brazos protegiéndose la cabeza. En ese momento un grandísimo
corredor, que es fácilmente identificable por su gorra blanca, en vez de seguir
corriendo como hace habitualmente en la cara del toro, paró y empezó a distraer
al animal con palmadas para que este no se fijase en el chico del suelo. Magnífico
el quite de David, bravo, es un seguro correr al lado de gente como él.
En la plaza se soltaron dos
vaquillas para que disfrutasen los más jóvenes.
Fotos realizadas by RGH
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